Creando Valor

lunes, 18 de julio de 2016|4:34

Con algunas semanas de retraso, continuamos con la vía que iniciamos con Alex Honnold y su ascenso sin posibilidad de error. En el final de aquel post, adelantábamos que teníamos intención de escribir sobre cómo a partir de una idea novedosa podemos ir construyendo valor en pequeños pasos que nos van conduciendo hacía una meta.
Como es sabido, en las universidades y centros de investigación se generan resultados de investigación que en algunas ocasiones pueden ser protegidos por patente. Es decir, una vez demostrados ciertos requisitos (novedad, actividad inventiva, aplicación industrial),  se concede un documento legal (por parte del Estado) para la explotación comercial en exclusiva de la invención en cuestión. Todo ello explicado de una manera muy resumida.
En los últimos años, se ha disparado el número de Patentes que proceden de las Universidades o Centros de Investigación, desde que en 1981 se solicitase la que se considera primera patente nacional universitaria, por la Universidad Literaria de Valencia (en la actualidad, Universidad de Valencia).



En la actualidad se estima que algo más del 20% de las patentes nacionales son presentadas por Universidades. En el siguiente gráfico del último Informe de la Encuesta RedOTRI puede verse con más detalle la evolución de los últimos años en relación a la concesión de patentes a las universidades españolas (Información elaborada con datos de 63 Universidades):



A simple vista parece un número interesante, sin embargo cuando en el mismo informe contrastamos los ingresos obtenidos por licencias (que no incluiría solo los obtenidos por patente), con otros importantes pilares de la universidad, nos damos cuenta del contexto en el que nos estamos moviendo.




Resulta lógico pensar que proteger un resultado de investigación, algo que supone un esfuerzo previo y posterior, tanto en medios materiales como económicos, lleva aparejado una licencia de comercialización en un buen número de casos, sin embargo parece que no es así o que esas licencias no reportan los ingresos esperados. Estos datos no vienen más que a constatar una realidad bien conocida, y es que resulta extraordinariamente complejo tratar de comercializar un resultado protegido surgido de Universidad tal cual sale de ella, sin haber demostrado nada, previamente, de su potencial valor en el mercado.
Por eso con el paso del tiempo y siguiendo el ejemplo de los distintos proyectos trabajados, parece más factible comercializar un resultado protegido si optamos por seguir la vía de utilizar el conocimiento/tecnología que protege como soporte para un modelo de negocio. Decimos más factible, aunque desde luego el proceso no resulte ni sencillo ni inmediato, entre otras cosas porque necesitaremos sumar muchos elementos distintos a la ecuación para que al final sume. Alguien que domine la tecnología y esté dispuesto a defenderla, alguien que sea capaz de liderar un proyecto empresarial, encontrar la inversión necesaria para lanzar el proyecto, diseñar una estrategia comercial adecuada etc. Desde luego se trata de agregar unas cuantas piezas y que éstas casen bien las unas con las otras, una tarea nada fácil y siempre sometida a probables tropiezos.
Aun así, pensamos que es más factible completar con éxito ese camino que seleccionar a potenciales licenciatarios, presentarles el resultado protegido e intentar convencerlos del enorme valor que va a suponer para su compañía.
En definitiva, conseguir comercializar un resultado protegido, pasa por demostrar el valor de mercado que tiene el conocimiento/tecnología que se protege, más que por convencer a terceros de la oportunidad que supondrá para ellos si la saben aprovechar. Una vez logrado este hito, será mucho más fácil que confíen en nosotros en este caso, pero también en futuras oportunidades. 

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