Recientemente
tuvimos la oportunidad de impartir unos talleres para incentivar y orientar a
estudiantes universitarios con respecto al emprendimiento. Los talleres se
desarrollaron en diferentes Facultades y Escuelas, con una participación muy heterogénea.
Había alumnos/as de Farmacia, Ingeniería, Medicina, Arquitectura, Biología,
Psicología y algunas otras especialidades que ahora se me escapan.
Los
talleres completos duraban seis horas y en ellos íbamos desde el proceso de
generación de la idea hasta los trámites burocráticos que suponen la creación
de la empresa. Por el camino hablábamos del Modelo de Negocio, la realización
del Plan de Empresa y la búsqueda de inversión.
De forma sistemática, al final de cada taller preguntábamos cuál era el mayor miedo de cada uno de los alumnos/as a la hora de afrontar un emprendimiento. Sin rigor estadístico alguno por nuestra parte, podemos decir que, de forma mayoritaria, las dos respuestas más habituales eran: (a) los trámites burocráticos y (b) el dinero necesario para iniciar la aventura.
De forma sistemática, al final de cada taller preguntábamos cuál era el mayor miedo de cada uno de los alumnos/as a la hora de afrontar un emprendimiento. Sin rigor estadístico alguno por nuestra parte, podemos decir que, de forma mayoritaria, las dos respuestas más habituales eran: (a) los trámites burocráticos y (b) el dinero necesario para iniciar la aventura.
En
torno a estas respuestas, una reflexión breve. Resulta curioso que la mayor
incertidumbre a la hora de enfrentarse a un proyecto vital como es un
emprendimiento sean (a) un trámite más o menos engorroso pero que al final se
supera sin muchos daños colaterales y (b) una cuestión que deberemos de
afrontar al final del proceso y que puede ser más o menos “sencillo” en función
del valor y grado de desarrollo de nuestra idea.
Es
decir, parece que tememos iniciar el camino por cuestiones que habremos de
afrontar al final del mismo y contando con todo el importante bagaje acumulado
durante las fases previas. Ni siquiera lo intentamos por las dos piedras que
deberemos de sortear al final del viaje, o en palabras de Lucio Anneo Séneca
"No nos atrevemos a muchas cosas
porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”.
Y para
ayudar a desdramatizar ese miedo paralizante al trámite burocrático, esta
posdata:
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